
Capacidad: 16-23 plazas
Castro de Fuentidueña, Segovia
A lo largo de los siglos el río Duratón, afluente del Duero, ha ido excavando su camino en la roca caliza que hay entre las localidades de Sepúlveda y Burgomillodo, en Castilla y León, al noreste de Segovia. Son en total 27 kilómetros los que el río recorre hundido en la roca, encerrado entre paredes de roca que en algunos puntos se acercan al centenar de metros de altura. Esta orografía especial lo convierte en sitio favorito para nidificar a muchas especies de aves, señalar que aquí está la mayor colonia de buitres leonados de Europa, siendo esta colonia uno de los principales reclamos del parque.
El parque en su integridad está dentro de la provincia de Segovia y ya en 1989 fue declarado, por Castilla y León, Parque Natural y pasó a integrar la lista de espacios protegidos y con especial atención a la conservación de sus espacios naturales y valores paisajísticos. También en abril de 1991 fue declarado el parque ZEPA (Zona de Especial de protección de Aves) y LIC (Lugar de Importancia Comunitaria) en 1998. El parque mide algo más de 5.000 hectáreas y el eje que lo vertebra es el propio río, extendiéndose la zona protegida a ambos márgenes del mismo.
En la orografía especial del parque distinguimos tres hábitats diferentes:
La parte exterior del cañón por el que discurre el río es un páramo donde abundan sabinas y enebros, y también algunos pinares en zonas más arenosas. Es el hábitat más extenso del parque y debido a la acción del hombre es una zona bastante pobre.
En las paredes del cañón se hacen fuertes sólo las plantas capaces de crecer sin apenas sustrato y con limitaciones de agua. Y también se dan algunas de las conocidas como nitrófilas (de sustratos ricos en nitrógeno) que crecen al amparo de las deposiciones de las aves que nidifican en las paredes del cañón.
Nada que ver los dos anteriores ecosistemas con el fondo del cañón, la presencia de abundante agua, el amparo que ofrecen los altos muros a los vientos y al frío, crean un microclima que permite la presencia de un exuberante bosque de ribera con sauces, álamos y alisios. En las orillas proliferan los juncos, eneas y espadañas, a medida que el sustrato pasa de sumergido a húmedo empiezan a crecer sauces y alisos, luego álamos y chopos. Cada especie vegetal parece tener su propio lugar en el fondo del cañón.
En un lugar tan seguro y protegido como este es normal que tengamos constancia de la presencia del hombre hace más de 5.000 años. Cerámicas fechadas en el 3.000 a.C así lo confirman, también encontramos poblados del 2.000 a.C y pinturas rupestres del 1.000 a.C. En el yacimiento de “El Solapo del Águila” está situada la mayor parte de las pinturas rupestres del parque.
En un alto rocoso sobre una de las hoces más pronunciadas del rio Duratón, en el balcón sobre el acantilado se sitúa la ermita de San Frutos, es de estilo románico y fue levantada en el siglo XII sobre una construcción anterior de origen visigodo. Ubicada casi en la presa de Burgomillodo, el agua embalsada inunda parte de las márgenes del río dejando sólo a la vista las paredes del cañón llena de nidos de buitre.
Encontramos el Monasterio de Nuestra Señora de Los Ángeles de la Hoz en un lugar similar a la ermita de San Frutos, si bien, el lugar es algo menos elevado. Sólo se puede acceder al Monasterio cruzando el río, ya que el agua del embalse tiene los antiguos accesos por camino cortados.